jueves, 11 de noviembre de 2010

El aspecto general de un asturcón es el de un poni ágil, armonioso además de fuerte y resistente. Su capa es de color negro, aunque a primera vista el asturcón invernal presenta una apariencia totalmente diferente a la estival. Su adaptación a los rigores de la montaña provoca que durante la época fría el animal se recubra de una capa de pelo de color castaño que le protege.
Su cabeza es pequeña, de perfil ligeramente cóncavo y rematada por amplios ollares. Los ojos son negros, grandes y vivaces. Las orejas, pequeñas y de una gran movilidad, flanquean una despejada frente cubierta por un tupido fleco. Un cuello de mediana longitud, algo arqueado en los machos, del que se precipitan una densa y prolongada cascada de crines.
Tiene espaldas muy inclinadas, grupa también inclinada y nunca doble con una cola de abundante pilosidad. Un amplio arco costal con un frente pectoral de musculatura bien definida reposan sobre unas extremidades finas con cascos pequeños y redondeados muy resistentes. Su alzada media es de 1,25 metros dependiendo en gran manera del sistema de cría.
El asturcón forma parte de una amplia familia de ponis que se conservan en el denominado Arco Atlántico, la franja del litoral oceánico que va de Portugal a Escocia y que comprende España, Francia, Inglaterra, Gales e Irlanda. En total hay reconocidas nueve razas de caracteristicas similares: Garrano, Asturcón, Pottok, Dartmoor, Exmoor, Gales, Connemara, Shetland y Highland, muchas de las cuales se han extendido por el mundo dada sus características.
Las condiciones naturales de Asturias, una región montañosa y abrupta, de comunicaciones difíciles hasta el siglo XX, ha sido una circunstancia de doble filo para el asturcón. Por una parte protegió la pureza racial, impidiendo cruces que le hicieran perder las señas de identidad, pero, por otra, limitó su divulgación y salida al exterior, pese a las enormes virtudes que atesora.
El impulso de la conciencia ecologista de los años 80, precedida por las iniciativas particulares y el esfuerzo de organizaciones emergentes, como la Asociación Asturiana de Amigos de la Naturaleza (ANA), logró frenar a tiempo la vertiginosa caída del poni que llevaba camino de convertirse en una desaparición cierta. Su recuperación es hoy un éxito. La Asociacción de Criadores de Ponis de Raza Asturcón (ACPRA) legitima con su actividad el renacimiento de este poni.
En la actualidad el asturcón sigue con una vida dura en el monte, pero empieza a extenderse su crecimiento en fincas de cría, donde el cuidado humano permite la selección y el desarrollo de los mejores ejemplares.
Con la llegada de la primavera se producen los alumbramientos de los nuevos potros. Despues de una gestación de once meses, entre ellos los de invierno, las yeguas que van a parir se separan del "corru" y buscan un lugar protegido y tranquilo en el que tumbarse. Allí nace el nuevo asturcón tras un momento mágico que apenas dura unos minutos y que siempre se produce durante la noche. Es así como la yegua reduce sustancialmente la posibilidad de ser descubierta por alguno de sus enemigos.
A diferencia de otros animales, los potros se desarrollan muy rapidamente, hasta el extremo que pocas horas después de ver la luz ya pueden trotar al lado de la yegua.
Nueve días después del parto, las yeguas entran en celo, llegando a criar con frecuencia hasta los veinticinco años de vida, lo que nos ofrece un testimonio rotundo de su fortaleza.

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